Sostener espacio para Mí Misma: mientras Navego el Duelo, Ayurveda y el Autocuidado
Sostener espacio para los demás es algo que las madres, maestras, terapeutas, coaches y mujeres en general, suelen hacer en exceso. A menudo ponemos a los demás antes que a nosotras mismas, incluso a expensas de nuestro propio bienestar. El año pasado fue el año más desafiante de mi vida y por primera vez tuve que soltar completamente. Me permití soltar el control y confiar en que el universo me sostendría, incluso si sentía que caía al vacío.
Te quiero compartir una experiencia profundamente personal de cómo tuve que aprender a sostener espacio para mí misma mientras navegaba por los desafíos de la vida a través de la inesperada pérdida de mi querida madre.
Como terapeuta, y si has trabajado conmigo, sabrás... soy una persona muy orientada a encontrar soluciones y mi papel es crear un espacio seguro para las personas, revolver las cosas un poco y ayudarles a encontrar soluciones a sus problemas.
A través de la visión holística del Ayurveda, utilizo la alimentación, la nutrición y las rutinas diarias para establecer metas y desencadenar respuestas emocionales que conducen a la autorreflexión y la transformación. Sostener espacio para los demás es lo que mejor sé hacer, sostener espacio para mí misma fue todo un desafío... y no tener una solución para los problemas que estábamos enfrentando era un territorio inexplorado.
El año pasado, mi madre, que vivía al otro lado del mundo, en Chile, comenzó a experimentar dolores físicos. Los médicos lo atribuyeron a reacciones post-Covid, por lo que fue diagnosticada erróneamente durante meses. Resultó que los dolores y malestares no tenían nada que ver con el virus, sino que eran causados por un tumor agresivo en su cabeza.
Cuando mi mamá nos reunió a mis tres hermanas y a mí para hablarnos sobre su condición, mi reacción inmediata fue decir: "Todo va a estar bien. Te vas a recuperar y nosotras te ayudaremos a superar esto. Todo es parte de un gran plan". Sé cómo sostener espacio para los demás, así que asumí mi rol de tranquilizarla y tranquilizar a los demás y que todo estaría bien.
Antes de eso... yo también estaba pasando por una oleada de situaciones, equilibrando el trabajo, la separación del padre de mi hijo, las complicaciones de mi visa en Australia, y ahora el peso de la enfermedad de mi mamá era demasiado.
En dos semanas, tuve que tomar la difícil decisión de dejar Australia y volar a Chile. Los médicos nos advirtieron que la condición de mi madre era crítica y que podría fallecer en cualquier momento. Estamos hablando de mi mamá, la mujer con la que hablaba por FaceTime todas las mañanas mientras preparaba el desayuno, a quien consultaba para cada situación, desde qué tipo de juguera comprar, hasta consejos financieros y emocionales. Todo esto no era por dependencia, sino impulsado por la alegría de su buena compañía, nuestra gran amistad y, por supuesto, buscando sus cualidades naturalmente dotadas como terapeuta y sus sabios y amorosos consejos para todas las cosas grandes y pequeñas... ELLA se estaba "muriendo"... parecía imposible e increíble.
Viajar, significaba dejar a mi hijo de 8 años con su papá en Australia. No sabía cuándo podría regresar debido a las inciertas restricciones durante el periodo de Covid, yo no estaba vacunada y no tenía residencia permanente, así que sólo me quedaba rezar para que todo saliera de alguna manera.
Fue una decisión dificilísima, pero la vida de mi madre estaba en un hilo y no podía soportar la idea de no estar allí para ella. Dias de decisiones difíciles, tratando de mantener mi ánimo en alto, sosteniendo espacio para mi hijo, para mis pacientes, para el resto de mi dramática familia italiana que estaba en pánico en Chile... y lo único que realmente podía hacer, era mantenerme fuerte utilizando las herramientas que conocía, mi querida práctica de Ayurveda, para sobrellevar lo que estaba viviendo. Auto-Abhyanga (automasaje) cada mañana que tenía tiempo, una dieta para balancear mi VATA, Pranayama... Pero no era nada fácil.
Pasé tres meses al lado de mi mamá, cuidándola, cambiando su dieta, cocinando para ella e introduciendo suplementos especiales. Parecía que su salud estaba mejorando y finalmente regresé a mi vida en Australia, con la esperanza de que las cosas volvieran a la normalidad.
Sin embargo, no todo era normal. Tener el pensamiento de perder a mi madre me despertó como madre también. Después de enfrentar la fragilidad de la vida, decidí llevar a mi hijo a una aventura. Vendí mi auto, organicé que se tomara un descanso escolar y volamos a Europa.
Tenía planeado un viaje de tres meses, con un itinerario para explorar varios sitios históricos y culturales sobre los que habíamos aprendido durante sus años de "homeschooling", lugares como el Coliseo, Atenas, Venecia, España, Lisboa y muchos más. Fue una experiencia de unión increíble y en mi corazón sabía que estábamos creando recuerdos imborrables. Quién sabe, algún día ya no estaré aquí y quería que él tuviera historias maravillosas de su infancia con su mamá.
Sin embargo, mi viaje se interrumpió abruptamente cuando recibí noticias sobre el deterioro de la salud de mi madre. Ella me animó a continuar mi viaje, asegurándome que ella estaría bien. Sin embargo, mi intuición susurró fuertemente, así que impulsivamente compré un pasaje de Barcelona a Santiago para la misma semana. Cuando llegué, encontré a mi mamá en una condición delicada. No podía creer que estábamos pasando por esto nuevamente, tomando decisiones sobre quimioterapia, radiación y diversas intervenciones que siempre había esperado que fueran un último recurso. Mi hermana mayor aun no llegaba del extranjero y mis otras hermanas y yo estábamos muy nerviosas. Los exámenes se veían muy mal...
Esto continuó durante los siguientes cinco meses: carreras a medianoche a la sala de emergencias, días y noches en el hospital. Mi madre aguantó un dolor insoportable a medida que el cáncer se había extendido a sus huesos. Fue difícil presenciar su sufrimiento y todo lo que podía hacer era acostarme a su lado, cantarle mantras, tomarla de la manos y rezar por su recuperación y comodidad. La pena era muy profunda, ya que había tan poco que se podía hacer. Todo sucedió tan rápido, inesperada e increíblemente.
El 12 de diciembre de 2022, falleció. Todas mis hermanas estuvieron presentes: eran las 5 a.m. cuando presenciamos cómo su alma partír después de una ardua batalla. Me recordó al dar a luz, al parto en casa que tuve con mi hijo.
Fue una experiencia larga, agotadora e incierta, un evento extraordinario que me ayudó a entender el tiempo que le lleva a un alma abandonar el cuerpo, así como el tiempo que le lleva a un alma entrar. Es una experiencia compleja, la convergencia de las dos dimensiones: los reinos físico y espiritual, el alma y el cuerpo. Ella no quería irse, y quién querría teniendo a sus cuatro hijas llorando a su lado...
Curiosamente, creo que su deterioro tuvo mucho que ver con su profundo sentimiento de soledad, con todas nosotras, sus hijas, viviendo en el extranjero, subestimó cuánto la quería el resto de la gente. Se rezaron más de 20,000 oraciones en su nombre a través de una cadena de WhatsApp. Constantemente recibíamos llamadas de amigos y personas que querían enviar su cariño. Fue una experiencia increíble y surrealista.
Me ha llevado un año recuperarme desde el comienzo de esta montaña rusa. Tomé la decisión de dejar de ofrecer terapia durante un año entero porque no podía estar allí para nadie más que para ella, y para mí... Tuve que encontrar mi paz nuevamente. Lo más difícil fue darme cuenta de que no podía arreglar nada; era su propio viaje. Ahora, debo navegar su nueva presencia, el aspecto intangible que a veces me llena de emoción e inspiración, mientras que otras veces me llena el corazón de lágrimas. Afortunadamente, encuentro paz en mi práctica diaria, en las enseñanzas de mis gurús que siempre han estado allí para mí y en el apoyo de mis hermanas, mis amigas y en la compañía de mi perro, mi hermoso hijo y su papá con quien somos muy buenos amigos.
Estas experiencias me han dado una perspectiva más amplia sobre la experiencia humana. Me ha ayudado a cultivar una mayor compasión hacia aquellos que experimentan dolor, ya sea pequeño o significativo. El dolor es algo que se origina en el alma y el cuerpo simplemente lo refleja.
Ahora más que nunca, me aferro a los principios de Ayurveda para mantener mi salud y la de mi familia, y hoy más que nunca quiero compartir ésto con los demás.